Por Paola Ramírez
Dentro de nuestro intestino es donde reside la mayor población de microorganismos vivos y bacterias que posee el cuerpo humano, la cual es conocida también como flora bacteriana o microbiota intestinal. Somos seres constituidos por un “ensamblaje” de células microbianas y células humanas, una completa simbiosis que hay que mantener en equilibrio para preservar la salud.
La microbiota intestinal en estado saludable realiza funciones de nutrición, protección e inmunomodulación. Mantiene el sistema inmunitario alerta estimulando la producción de defensas para la prevención de infecciones, participa en la producción de energía y algunas vitaminas como la K y algunas del complejo B, regulariza el metabolismo, combate agresiones de otros microorganismos manteniendo la integridad de la mucosa intestinal, dicho de manera concreta, la microbiota realiza una serie de funciones importantes, por lo cual no debería subestimarse.
Hoy en día la medicina convencional aún actúa sin prestar atención a las consecuencias secundarias del uso de antibióticos. No suelen acompañar sus recetas con probióticos o consejos de alimentación, dejando al organismo del paciente prácticamente a su suerte. Muchos aún subestiman el efecto de los antibióticos en la microbiota, argumentando que esta se recupera a las pocas semanas. Sin embargo, al menos dos estudios han demostrado que este no es el caso. Los antibióticos modifican la flora intestinal durante un período de tiempo significativamente largo.
La microbiota intestinal no se recupera por completo
Los investigadores del Laboratorio de Biología Marina en Woods Hole, Massachusetts (EE.UU.), bajo la dirección del doctor Mitchell Sogin, demostraron con la ayuda de un método de análisis genético muy preciso que después de seis meses de un tratamiento con antibióticos parte de la microbiota no se recupera.
Para este estudio, realizado en colaboración con la Universidad de Stanford (en Palo Alto, California), los científicos analizaron la composición de la microbiota intestinal en adultos sanos que habían ingerido un antibiótico durante un período de 5 días.
Al comienzo del tratamiento, se pudieron detectar entre 3.300 y 5.700 tipos diferentes de bacterias en los participantes. En el curso del tratamiento con antibióticos, un tercio de las bacterias se agotaron severamente.
Para todos los demás tipos de bacterias, las proporciones cambiaron, de modo que las bacterias que antes eran raras, después fueron más comunes, mientras que las cepas que antes eran comunes de repente se volvieron raras.
Este desequilibrio bacteriano patológico se denomina disbiosis. Todos los participantes en el estudio de Woods Hole fueron diagnosticados con disbiosis después de completar el tratamiento con antibióticos.
La flora bacteriana sigue alterada incluso seis meses después de los antibióticos
En otro estudio, publicado en Nature Microbiology, investigadores de la Universidad de Copenhague confirmaron los resultados anteriores. Dieron a 12 hombres jóvenes sanos 3 antibióticos diferentes durante 4 días. Los medicamentos condujeron a una pérdida casi completa de la microbiota intestinal.
Posteriormente, las bacterias dañinas de la familia Clostridial se recuperaron más rápido, mientras que las bacterias beneficiosas tardaron en llegar. En el transcurso de los siguientes 6 meses, la microbiota intestinal se recuperó lentamente, pero no alcanzó su estado original, ya que faltaban 9 cepas bacterianas beneficiosas.
El líder del estudio, el profesor Oluf Pedersen, del Centro de Investigación Metabólica Básica de la Fundación Novo Nordisk, explicó que “los antibióticos de amplio espectro afectan la diversidad de la flora intestinal y, por lo tanto, solo deben administrarse cuando hay evidencia de una infección”.
Es recomendable que al momento de realizar cualquier tratamiento antibiótico consuma probióticos durante el tratamiento y, al menos, por un mes posterior a este. La ingesta de bacterias intestinales vivas reduce el riesgo de efectos secundarios asociados a este tipo de tratamientos alopáticos y ayudan a construir una microbiota saludable.
¿Qué probióticos tomar?
Las cepas bacterianas o probióticos podemos encontrarlos en líquidos fermentados como yogurt kéfir, kombucha, chucrut (natural) y también en cápsulas. Si la microbiota intestinal ha sido severamente mermada por los antibióticos, las cepas bacterianas ingeridas se asientan y ayudan a reconstruir una flora intestinal saludable.
Las cepeas recomendables son Saccharomyces (S.) boulardii, Lactobacillus GG, Lactobacillus plantarum, Lactobacillus (L.) reuteri, L. casei, L. rhamnosus, L. delbrueckii subsp. Bulgaricus, Bifidobacterium animalis y S. thermophilus.
Si desea suplementarlos es recomendable que la cápsula incluya varias de estas cepas. En cuanto a la dosis, se deben seguir las recomendaciones del fabricante. También puede pedir orientación a un profesional entendido.
Es conveniente tomar el probiótico lo más lejos posible del antibiótico. Pueden ser ingeridos con las comidas.
No olvidemos los prebióticos
Los prebióticos no son bacterias, sino sustancias que sirven de alimento para las bacterias beneficiosas de nuestro intestino, son el alimento de la microbiota intestinal. Cuanto mejor sea la alimentación de las bacterias buenas, mejor podrán multiplicarse y más rápido se recuperará la microbiota en su conjunto, incluso después de tomar antibióticos.
Algunos alimentos prebióticos son: nueces, alcachofas, hojas verdes, cebollas, espárragos, puerros, plátanos, cacao, hojas de diente de león, raíz de achicoria, avena, lentejas rojas, manzanas, kéfir (que también es rico en probióticos), leche materna.
Las sustancias prebióticas también se pueden suplementar. Los más comunes y recomendados son las fórmulas de prebióticos GOS (galactooligosacáridos) y FOS (fructooligosacáridos).
La inulina, otra sustancia prebiótica, puede causar hinchazón en personas sensibles. Por lo tanto, si la usa como suplemento, debe comenzar con cantidades muy pequeñas, que a menudo es suficiente, e ir aumentándola lentamente.
¿Qué más hacer?
La nutrición es muy importante durante y después del consumo de antibióticos. El azúcar (dulces, bebidas, etc.), pasteles, pastas y pan blanco favorecen la colonización de hongos potencialmente patógenos. Los productos con azúcar y harina blanca deberían estar prohibidos durante y después de tomar antibióticos. También es conveniente limitar el consumo de sal y grasas malas (aceites vegetales hidrogenados, frituras, margarina, fiambres, embutidos, etc.).
Además de los alimentos probióticos y prebióticos mencionados, también puede incluir:
- Cúrcuma, ya que esta promueve el desarrollo equilibrado de la microbiota intestinal.
- Ácidos grasos omega-3, estos favorecen la diversidad de la flora intestinal con el asentamiento de muchas cepas diferentes de bacterias. Considere suplementar 1.000mg diarios.
Referencias científicas:
Mitchell L. Sogin et al. The Pervasive Effects of an Antibiotic on the Human Gut Microbiota, as Revealed by Deep 16S rRNA Sequencing, PLoS Biol.
Oluf Pedersen et al. Recovery of gut microbiota of healthy adults following antibiotic exposure. Nature Microbiology.
https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/sobre-la-microbiota-intestinal/