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IVÁN SOTO C.
ORIENTADOR, IRIDÓLOGO, FITOTERAPEUTA, INVESTIGADOR

La medicina oficial se encarga de catalogar y etiquetar enfermedades. Muchas de ellas son  clasificadas como crónicas. Algunos doctores incluso ofrecen chequeos gratuitos para descubrir inicios de patologías, que después serán tratadas con fármacos de manera permanente. Para la industria médica los muertos no son rentables. Tampoco los sanos, pero sí los crónicos. A estos pacientes no se les da ninguna otra esperanza de vida: deben depender de drogas y de médicos que se las suministren.

Así pasa el tiempo y la salud de los crónicos se va deteriorando de forma progresiva. Algunos médicos usarán el terror para que las personas no abandonen estos tratamientos. De lo contrario, dicen, las condiciones se pueden agravar hasta la muerte.
Sin embargo, una gran variedad de patologías consideradas crónicas hoy pueden ser tratadas con buenos resultados. Entre muchas otras, la fibromialgia, la hipertensión, las úlceras varicosas, o el cáncer. Basta sólo con cambiar nuestra forma de alimentarnos y reemplazar los medicamentos por plantas y tratamientos naturales.
Lo que más recalco a las personas tildadas de crónicas es que tienen que cambiar su forma de vida. Deben tener una actitud positiva, vestirse de amor y quitarse de la mente la palabra “enfermo crónico”. Esa etiqueta responde a un negocio. Siempre puede haber alternativas. Por eso, hay que buscar y no conformarse con la opinión de una sola área de la salud. Creo que es vital probar responsablemente e ir generando cambios en forma gradual para salir adelante y liberarse de los infernales medicamentos.

Lo primero es desintoxicar el organismo, sacando de la dieta todos los productos procesados. Reemplácelos por productos naturales y saludables.

1.    La sal debe cambiarse por sal de mar, ya que la sal yodada (o de mesa) aumenta la presión y retención de líquido. La sal marina tiene todos los minerales necesarios para mantener el equilibrio vital.

 

2.    Cambie las harinas blancas por las integrales. La harina blanca es un alimento que sólo contiene calorías. No ofrece nutrientes que sirvan al organismo. Básicamente, la harina blanca es almidón. La harina integral se compone de granos, por lo que además de carbohidratos y proteínas, tiene ricos contenidos antioxidantes, vitaminas B, grasas saludables, minerales y fibra.

 

 

3.    La mayoría de los productos con la etiqueta “aceite vegetal”, son simplemente aceite de soya sumamente refinado (procesado con alta temperatura, presión y solventes industriales). Algunas veces pueden ser aceites muy refinados de semilla de algodón, girasol, maíz, semilla de uva u otros. Los aceites polinsaturados procesados son muy inflamatorios. La inflamación agrava muchos de nuestros problemas internos, como la enfermedad cardíaca, diabetes y otras patologías degenerativas. Utilice aceite de oliva para las ensaladas y aceite de coco para cocinar. Tienen muy pocos poliinsaturados y están compuestos de grasas saturadas naturales que sufren menos alteraciones ante el calor. Y por lo tanto, generan menor infamación en el cuerpo.

4.    En cuanto a la leche, sólo consuma derivados: quesillos y yogurt de pajaritos (kéfir).

 

 

5.    Las carnes y pescados, cocínelas sólo al vapor, nada frito.

 

 

 

6.    Consuma batidos verdes y jugos naturales.

 

 

7.    Incorpore frutos secos y plantas medicinales.

 

 

 

 

 

8.    Recurra a la aplicación de cataplasmas de barro para sacar la fiebre interna.

 

9.    Suplemente con vitaminas, aminoácidos y proteínas para dejar de consumir medicamentos que envenenan su salud.

 

Recuerde: Obtener una mejor calidad de vida lejos de las entidades que buscan sepultarnos en vida, es posible. Esto siempre y cuando usted haga un cambio en su estilo de vida que perdure en el tiempo.

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