Compartir

Paula Lizama / Profesora de Educación Física 

 

A lo largo de los siglos, los antiguos filósofos ya apreciaban una conexión entre músculo y cerebro. Y es que los pensamientos comienzan a fluir desde un cuerpo sano, desde el movimiento.

El cerebro del niño, desde la gestación comienza a desarrollar importantes cambios estructurales. Desde que nacemos buscamos movernos y comenzar a voltearnos, gatear, luego a caminar, y durante toda la vida vamos desarrollando nuestra musculatura. Así, desde una perspectiva tanto histórica como evolutiva, la relación entre músculo y cerebro es clara. Las últimas investigaciones sugieren que para mantener un cerebro sano es fundamental el ejercicio físico; este no solo disminuye el riesgo de muerte por todas las causas, sino que además, mejora la capacidad de concentración, la memoria, el aprendizaje y los síntomas de la depresión.

Durante el ejercicio el músculo libera diversas miosinas, que son pequeñas proteínas producidas por las células musculares como respuesta de la contracción muscular, y que modifican diferentes respuestas en el cerebro.

De esta forma, la cascada de respuestas producidas por el ejercicio hace del músculo un verdadero órgano endocrino, resultando la relación músculo-cerebro evidente. Por ello, es de vital importancia preservar la masa muscular y realizar ejercicio físico para tener un sistema nervioso sano, además de un cuerpo más saludable.

Es por ello que cada día se vuelve más relevante el tema de realizar actividad física desde pequeños, sobre todo, en la edad escolar. Sin embargo, la educación física siempre ha sido la cenicienta de la educación, una asignatura infravalorada por padres, políticos e incluso profesores. Quizás debido a esto, nuestra sociedad presenta niveles alarmantes de sedentarismo y un aumento exponencial de los casos de obesidad y enfermedades cardiovasculares y metabólicas.

La falta de actividad física también puede repercutir en el correcto desarrollo motor y cognitivo del niño y, por ende, en su rendimiento académico. Las políticas de educación actuales reducen las horas de actividad física con el objetivo de aumentar el rendimiento académico, como si hacer actividad física repercutiera de forma negativa en las asignaturas estrella de la educación, las “mates” y la “lengua”. Pero, ¿es verdad que reducir las horas de educación física repercute en el rendimiento académico? ¿Para bien o para mal?

Con el objetivo de responder estas preguntas, una revisión sistemática estudió la relación entre el rendimiento académico y la realización de actividad física en el colegio, ya sea en forma de clases de educación física, deporte extraescolar o ejercicio físico de forma libre. Se estudiaron los vínculos entre el éxito académico y la participación en programas deportivos extracurriculares, clases de educación física, asistencia en los gimnasios y actividad física en el colegio.

Los datos indican que incluir una hora adicional al día de educación física dentro del tiempo curricular no afecta de forma negativa al rendimiento académico. Es más, un aumento en las horas de educación física en el programa escolar puede provocar una mejora en el promedio de las calificaciones escolares. Esto además tiene una lectura interesante, ya que implementar un programa con más horas de educación física exige una reducción sustancial del tiempo que se emplea para las demás asignaturas, y puesto que los niños alcanzan un rendimiento mayor con menos horas de clase, la eficiencia en el aprendizaje aumenta. A todo ello debemos sumar que la mayoría de los programas han demostrado una mejora significativa en las aptitudes físicas, lo que ayudaría a combatir en parte el problema de obesidad y enfermedades cardiovasculares y metabólicas antes mencionado.

Por lo tanto, un aumento de las horas de actividad física en el programa curricular ha demostrado que no empeora los resultados académicos sino que ayuda a mejorarlos. Por el contrario, añadir horas académicas en detrimento de horas de educación física no mejora las calificaciones, resultando además perjudicial para la salud.

De esta forma, el debate sobre la cantidad de horas de educación física en los colegios, debería pasar a cómo implementar un programa curricular con una mayor presencia de esta asignatura. Hasta que esto ocurra, nosotros, como adultos, debemos tener la responsabilidad de guiar a nuestros hijos a desarrollar actividades y/o talleres que sean beneficiosos para llevar la carga académica.

Es por eso que, como mamá y profesora, te invito a realizar actividad física. Puedes inscribirte en alguna actividad programada o acudir a nuestro gimnasio LADY GYM, que es exclusivo para mujeres y que cuenta con una asesoría personalizada de atención, con profesionales con una vasta preparación y experiencia que pueden guiarte a cumplir tus objetivos físicos y a mejorar tu salud.

Y si tienes hijos, aprovecha de salir con ellos y disfrutar de paseos al parque y caminatas al aire libre en familia. No solo es entretenido, sino también muy saludable.

 

 

Puedes encontrar este artículo en la Edición Nº182 de El Guardián de la Salud Digital Especial “Memoria”

Compartir
Hola! ¿Necesitas Ayuda?
A %d blogueros les gusta esto: