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Chepita Fuentes / Hortelana Guardiana de la Salud

 

Queridos amigos, lamentablemente la inestabilidad de hoy en día es enorme y descontrolarnos no sirve de nada. Nos ha tocado vivir esta triste realidad del mundo y lo más sensato es aceptar que la tenemos que vivir y para ello debemos prepararnos nosotros y preparar (sin alharacas) a nuestro entorno familiar.

Mientras más anticipados y serenos hagamos los sabios preparativos, menos traumáticos serán los momentos difíciles que se puedan presentar. A veces pequeñas cosas, que nos suenan insignificantes, suelen salvar vidas…

Viene a mis recuerdos el más excelente director de escuela primaria que en mi vida haya conocido. Transformó el gran patio en un bosque encantado y un jardín educativo donde construyó terrarios, pajareras, peceras, exposición de plantas, todo con sus nombres y las aromáticas con sus bondades medicinales.

La escuela se abría los domingos y era el paseo tradicional de los grupos familiares, en donde al final de la tarde se escuchaba la orquesta, el coro, o la actuación de los artistas del colegio.

Un año viajando por el sur con sus alumnos que terminaban y se iban al liceo, se internó por un bosque buscando algún helecho para aumentar su bella colección; pero se perdió y a los días después se le encontró muerto de hipotermia. Nunca nadie lo pudo reemplazar. La fatalidad sucedió porque se le quedó en el campamento su brújula.

Algo tan pequeño, barato, liviano, que no ocupa lugar en una mochila, le hubiera conservado la vida a aquel admirado, amado, querido e irreemplazable profesor. Viajó siempre con sus alumnos a los que les enseñaba el sistema morse para pedir socorro empleando un silbato (el cual todos debían llevar), además de un espejo, una linterna y estar bien entrenados en hacer fuego para las señales de humo. Todo eso él lo llevaba consigo, pero en el espeso bosque le faltó su brújula, que se encontró más tarde en el baño. Seguro que él no se dio cuenta que se le cayó. Esta triste experiencia que nos sirva para el plan que tenemos de “Preparar una mochila de emergencia”.

Lo primero que debemos poner al fondo de la mochila es una selección de semillas, bien preparadas en sobres de papel y luego envueltas en bolsa plástica para que no se humedezcan. Luego estos sencillos implementos: una brújula, un silbato, un pequeño espejo, fósforos, una linterna, pilas o baterías, encendedor y ligas de billetes.

 Estamos hablando de cosas pequeñas pero muy útiles en determinados momentos. Como esos ponchos de plástico que doblados no son más grandes que el puño de la mano. Y según el clima, un sombrero para el sol o para el frío. Un buen cuchillo o esas navajas múltiples que traen varios artefactos, entre los que viene un servicio completo para comer. Estamos hablando de mochilas de emergencias donde el papá tal vez coloque en una lata pequeña, anzuelos e hilos para pescar, cuchillas de afeitar, pero la mamá lleva el costurero con la infaltable tijera y pomadas para las heridas.

El móvil para comunicarse, pero si no hay electricidad, puedes ser tan previsor que armes una red independiente en una antena de esas que se agregan a la mochila y puedes usar el móvil como radio.  Yo casi no entiendo, pero mi hijo me va a preparar una explicación para que Uds. lo puedan hacer. Lo incluiré en otro artículo.

Bueno, anteriormente hablamos de la importancia de tener duplicados de los documentos personales, más dinero, porque si se derrumba la casa o se incendia o se la lleva el agua, en la mochila tenemos lo necesario para las emergencias vitales. Los papás cargan algunos clavos, las mamás alfileres de gancho etc. se me olvidaba otra cosa pequeña y útil, un imán.

 Hay cargadores de celulares solares y los hay de manivela con los que se puede hacer andar una radio pequeña, otro artefacto que se aconseja llevar.

Tenemos que planificar la mochila de emergencias según el lugar donde nos encontramos, el clima, necesidades personales. Como, por ejemplo, los medicamentos si sufre alguna enfermedad crónica. La caja de primeros auxilios, que en el próximo número podremos detallar.

Un amigo nos contaba que preparó su mochila cuando fue a ver a su madre enferma a una zona rural de la Araucanía. Y le tocó vivir la más terrible tormenta eléctrica de su vida, que calcinó árboles y destruyó el puente dejándolos aislados por casi un mes; ahí supo el real valor de su mochila, su radio fue vital y con su linterna se comunicaba con los carabineros del otro lado del río. Lo que menos esperamos puede pasar.

 

¡Bendiciones y hasta la próxima!

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